Propietario de restaurante rural mantiene la esperanza a pesar de la lenta recuperación de la pandemia

Después de trabajar como especialista en rescate en un departamento de bomberos en la Ciudad de México durante muchos años, Héctor Chávez y su familia se mudaron a los Estados Unidos para obtener certificaciones y avanzar en su carrera. Pero 10 años después y sin oportunidades para continuar con su pasión, Héctor decidió abrir Plaza Garibaldi, un restaurante mexicano en Soledad, Calif.

Él comparte, “La familia de mi esposa es propietaria de un par de restaurantes en la frontera mexicana y nos inspiró su experiencia como propietarios de empresas. El legado que están construyendo para ellos y sus hijos es algo que también quería para mi familia, por eso abrí Plaza Garibaldi hace seis años. Nunca he mirado atrás."

Como propietario de una pequeña empresa rural, Héctor conoce y comprende las limitaciones de vivir y trabajar en una comunidad remota. "Estamos rodeados de granjas y no mucho más,” nos dice. Aunque generalmente no piensa mucho en el tamaño de Soledad y sus áreas circundantes, la pandemia de COVID-19 está brillando una luz sobre las desventajas de ser dueño de una pequeña empresa rural.

Cuando la pandemia se propagó por primera vez, Héctor vió efectos inmediatos en sus ingresos. Dados los cambios en las órdenes de salud pública de California, los restauradores como Héctor hicieron todo lo posible para ajustar sus operaciones y continuar sirviendo a sus comunidades. Pero cuando intentó instalar mesas y sillas para servir al aire libre, desafortunadamente descubrió que no cumplía con las normas locales. Él comparte, "Mi edificio no tiene un patio designado para servir, así que pensé que podría instalar una para mi negocio. No imaginé que me metería en problemas por idear una salida para que mi negocio sobreviviera."

Por lo tanto, las operaciones dentro del restaurante de Héctor han estado cerradas durante más de un año, y solo ofrece comida para llevar y entrega.

Él comentó, “Los ingresos han estado reducidos consistentemente entre un 10% y un 15% durante la pandemia y, además, mi arrendamiento comercial también se ha incrementado dos veces durante este tiempo. Tengo una deuda bastante grande con mi arrendador y el período de aplazamiento terminará pronto. No estoy seguro de qué va a pasar, pero espero que la situación cambie."

Es más, él no calificó para la mayoría de los programas de ayuda debido a su estado inmigratorio y para aquellos a los que sí calificó, fue puesto al final de la fila. Los propietarios de pequeñas empresas como Héctor no podían competir con las empresas circundantes y la mayor parte de los fondos de ayuda para Soledad se destinaron a los agricultores.

Pero de una manera verdaderamente emprendedora, Héctor no tiene miedo de ponerse a la altura del desafío.

Él dice, “Sabemos cómo trabajar y cómo empezar desde cero. Puede que no esté en un campo de juego parejo, pero continuaré concentrándome en lo que tengo frente a mí. Estoy agradecido con Dios por la oportunidad de estar donde estoy hoy y confío en mi capacidad para volver a levantarme."

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